jueves, 5 de julio de 2007

Google está enferma (Google is sicko)

Lo de Google y su “don’t be evil” empieza a sonar cada día más a chiste malo. Esta vez, la enorme metedura de pata ha venido de una empleada, Lauren Turner, Planificadora de Cuentas del Sector Salud, a quien le dio, en un blog corporativo de Google, por escribir una entrada, Does negative press make you Sicko?, en la que invitaba a las compañías del sector salud a anunciarse en Google en forma de las denominadas “Issue management campaigns”: campañas de “educación de opinión” en las que el motor de búsqueda se encargaría, por ejemplo, de poner vídeos, vínculos y todo tipo de recursos al alcance del ratón de toda persona que intentase utilizar el otrora neutral motor de búsqueda para obtener información sobre Sicko (ver reseña en Wikipedia) la película documental de Michael Moore. Por muy manipulador o demagogo que pueda considerarse a Michael Moore, la oferta de “educar al público” sobre lo que las compañías quieren que piense no deja de ser profundamente repugnante, digna de una compañía en la que la disculpa de una opinión personal no sirve, porque sólo puede reflejar una forma de hacer las cosas, una “marca de la casa”, un sello indeleble de una cultura corporativa que una vez se intentó definir con algo así como… ¿como era? No sé, no me acuerdo muy bien… Ah, sí, espera… “don’t be evil”.

Lo comentábamos el otro día, al hilo de la desaparición de determinados resultados de la búsqueda de la palabra “ladrones” en Google España: Google ha confundido completamente los términos de su relación con los usuarios, y con su decisión de eliminar dichos resultados, estaba equiparando a los ciudadanos de España con los de China. Una comparación en términos de libertades en la que todos tenemos muy claro quiénes salimos perdiendo. Para Google, es lo mismo: somos meros usuarios, no el Gobierno chino o la SGAE de turno. Esos mandan mucho más que nosotros. El que una vez fue un motor de búsqueda que se diferenció por mostrar a los usuarios los resultados que realmente querían encontrar, por no vender posiciones en los listados de resultados, hoy se dedica a eliminar las páginas que molestan a cualquier entidad con el poder suficiente para hacerse oír o para formular una simple denuncia, y ofrece sus servicios a dichas entidades para “limpiar su imagen” y “educar” a la opinión pública.

Examinemos la definición de PageRank en la web de Google: según la propia compañía,

“PageRank se basa en la exclusiva naturaleza democrática de la web y usa su extensa estructura de vínculos como un indicador del valor de una página individual. Google interpreta un vínculo desde la página A hacia la página B como un voto de la página A por la página B. Pero Google revisa otras cosas aparte del número de votos o de vínculos que una página recibe, puesto que también analiza la página que emite el voto. Los votos emitidos por páginas que son en sí mismas “importantes” pesan más y ayudan a convertir a otras páginas también en “importantes”. (…) Google no vende la ubicación de los resultados en sí (es decir, nadie puede comprar un PageRank más elevado). Una búsqueda Google es una forma sencilla, honesta y objetiva de encontrar sitios web de alta calidad con información relevante para su búsqueda.”

Interesante concepto de “democracia”: miles de votos vinculando a una página determinada pesan mucho menos que la voluntad de una entidad de retirar determinados resultados porque les resultan molestos, aunque éstos sean meramente informativos. En cuanto a no vender los resultados, las evidencias nos muestran también lo contrario: cualquiera con suficientes recursos puede comprar los servicios de empresas que, utilizando mano de obra en países de costes laborales bajos, crean y alimentan páginas financiadas mediante AdSense en las que vinculan a las páginas de los clientes que quieren promocionar. De un sistema que simplemente vendía los resultados al mejor postor, hemos pasado a otro en el que para obtener ese mismo resultado, hay que pagar a la compañía mediante un procedimiento infinitamente menos transparente. Y en cuanto a resultados relevantes… ¿cuanta relevancia le queda a un resultado cuando la empresa que lo ofrece lo rodea de información en sentido contrario porque alguien ha querido pagar por ello? ¿Por qué no combinar las dos cosas? Que Google reco,iende a una empresa de salud norteamericana denunciar a Michael Moore, y así Google elimina los resultados de su índice, nadie encuentra información de la película, y no “maleducan su opinión”…

La entrada de Lauren Turner no deja lugar a la interpretación:

We can place text ads, video ads, and rich media ads in paid search results or in relevant websites within our ever-expanding content network. Whatever the problem, Google can act as a platform for educating the public and promoting your message.”

En traducción libre,

“Podemos situar anuncios de texto, vídeos y rich-media ads en nuestros resultados de pago o en sitios relevantes en nuestra cada vez mayor red de contenidos. Cualquiera que sea el problema, Google puede actuar como una plataforma para educar al público y promover tu mensaje”

En pocas palabras: aquí se vende todo. Por repugnante que sea lo que hagas, podemos hacer que parezca lo contrario si pagas lo suficiente. Tras leer algo así, ¿que miserable doble moral lleva a Google a excluir anuncios de juego, pornografía y similares? ¿Es Google quien debe decidir si es peor vender pornografía o fomentar la ludopatía que provocar la muerte de los americanos que no resulten suficientemente rentables a una aseguradora? El tema ha sido ya recogido por toda la blogosfera: Boing Boing, Slashdot, The Register, TechCrunch, etc. (impresionante el listado de trackbacks de la entrada original) y situado a Google, con toda la razón, en el epicentro de lo que parece ser “una tormenta perfecta”.

Google es una empresa que fue capaz de crear un ecosistema enorme en el que por un lado generaba la atención de millones de usuarios, y por otro revendía esa atención a todo aquel que quería anunciarse ante ella. Pero esa actividad exige un delicadísimo balance entre los intereses de los anunciantes, y los de los receptores de esos anuncios. Por lo que se ve, Google ha equivocado completamente dicho balance: si eres anunciante, tienes licencia para matar. Si eres un simple par de ojos al otro lado de la pantalla, el que encuentres lo que buscabas depende cada día más de un sinnúmero de factores: que dicho resultado no sea molesto a ninguna entidad poderosa, que no sea contrario a las ideas que algunos anunciantes quieran inculcarte, que no corresponda a la manifestación de un montón de ciudadanos en un sentido determinado…

Desde la irresponsable eliminación de las Google Bombs, el buscador jamás ha vuelto a ser el mismo. Lo dije en su momento: al desactivar las Google Bombs, Google las había hecho estallar nada menos que sobre su credibilidad. Sobre una credibilidad que hoy,está tan profundamente enferma como la idea de “democracia” que la compañía nos quiere vender a quienes no somos más que “pares de ojos con ratón destinados a ser educados”. Decididamente, por este camino vamos mal, muy mal. Habrá que pedirle a Michael Moore que dedique a esta Google convertida en la gran manipuladora, su próxima película. Aunque dudo que para ello haga falta otra película, porque con ésta ya nos ha quedado suficientemente claro: Google está enferma (Google is sicko).

ACTUALIZACIÓN: Una nueva entrada de Lauren Turner nos deja otra perla que define muy bien su posición; “advertising is a very democratic and effective way to participate in a public dialogue”. Interesante el concepto de democracia y de conversación que semejante frase revela que tiene Google: un medio en el que, por definición, se escucha siempre más al que más paga.

Fuente: El Blog de Enrique Dans

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